Controla tu medio ambiente y controlarás tu conducta

Por el Dr. Emilio Zermeño Torres

Ya enfaticé en artículos previos que existen varios modelos y perspectivas sobre el control de sí mismo. En términos generales existen paradigmas que afirman que el ser humano posee control interno…el control de sus emociones y conductas se realiza vía sus facultades internas, especin001ialmente mediante esa estructura abstracta e invisible que llamamos fuerza de voluntad, que a su vez está sustentada por el lenguaje interno y el razonamiento. Por otro lado, existe el paradigma conductista que afirma que el ser humano es casi casi un respondiente pasivo a cualquier estímulo o situación que lo aceche. De alguna forma, el comportamiento o emociones dependen, desde esta perspectiva, del medio ambiente que nos rodea. ¿Cuál paradigma nos ayuda a entender mejor lo que llamamos autocontrol? Los dos paradigmas, entrelazados, son igualmente útiles para ayudarnos a incrementar nuestro autocontrol. Por ahora expondré las ventajas del paradigma conductista.

El elemento central es la C o comportamiento. El requisito fundamental para considerar el comportamiento es que se considere cualquier comportamiento que sea observable y cuantificable ( ya sea públicamente o mediante instrumentos científicos, por ejemplo, mediante un electroencefalograma). Lo que nos interesa desde la perspectiva del autocontrol de este paradigma, es lograr un control efectivo de la conducta a través de la manipulación de los EA y los EC. Así se dice que los estímulos antecedentes, que ocurre antes o durante la emisión de la conducta, hacen más probable un comportamiento, y los estímulos consecuentes, que ocurren después del comportamiento, lo determinan.

Los estímulos Antecedentes pueden ser de muy variada índole y característica. Los podemos clasificar como medioambientales sociales, medioambientales físicos, medioambientales geológicos, internos cognitivos, internos biológicos, internos emocionales. Los estímulos consecuentes pueden ser básicamente físicos, sociales, cognitivos y emocionales. Pongo un ejemplo sencillo con el comportamiento del fumar cigarrillos, para explicar estos elementos.

Algunos ejemplos de estímulos antecedentes del fumar, que hacen más probable que el fumar ocurra, pueden ser, por ejemplo medioambiental social, el que haya gente o amigos fumando; medioambiental físico, que me encuentre viendo la TV donde siempre suelo fumar; interno cognitivo, el pensar que «necesito» fumarme un cigarrillo; interno emocional, el sentir angustia o estrés. Lo importante con todos estos estímulos antecedentes es que dado que siempre o casi siempre que fumo se encuentran presentes, ellos se convierten en potentes señales que disparan (aún inconscientemente) la conducta de fumar. Entonces, considerando esta tecnología, ¿que puedo hacer para dejar de fumar? Bueno, pues será más probable que yo me abstenga de fumar si evito sus estímulos antecedentes, por ejemplo, si procuro no asistir con amigos que fuman o evito lugares donde se permite fumar. También me ayudará el cambiar mis actitudes con respecto al cigarro («el cigarro no da estilo, da cáncer») y aprender una técnica de relajación que me disminuya el estrés, para así no tener que recurrir al cigarro como paliativo contra el estrés.

En un próximo número trataremos el autocontrol desde la perspectiva de los estímulos consecuentes.

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