Reacciones Biológicas
Por el Dr. Emilio Zermeño Torres

En el artículo pasado «Como Inocularse contra las Drogas», mencioné que una buena parte de personas que acuden a las drogas lo hacen precisamente con el afán de escapar, aminorar o poder enfrentar el estrés.

Expliqué que el individuo reacciona ante el estrés mediante tres tipos de reaccies002ones: reacciones cognitivas o mentales, reacciones conductuales y reacciones biológicas. Se explicó a grandes rasgos cómo reacciona el ser humano cognitiva y conductualmente ante el estrés y se describió el proceso general de activación biológica. En esta ocasión deseo explicar un modelo clásico que ha dado mucha luz para comprender mejor las respuestas de estrés. Se trata del modelo «Síndrome General de Adaptación», propuesto por el fisiólogo canadiense Hans Selye en 1976.

De acuerdo a este autor, nosotros reaccionamos ante el estrés psíquico y físico en tres etapas consecutivas: Alarma, Resistencia y Agotamiento.

La Fase de alarma. Constituye la primera respuesta de estrés. Comienza cuando el organismo reconoce un peligro físico y/o psicológico, llámese examen, conato de pleito, riesgo de accidente etc. En este momento el organismo comienza a segregar adrenalina y noradrenalina, neurotransmisores y energizantes hormonales que permiten que se active todo el cuerpo. Hay sudoración excesiva, taquicardia, aumento de la respiración, hipertensión arterial y muscular, dilatación pupilar, entre otras respuestas biológicas, que hacen que nuestras emociones sean intensas y nuestras respuestas rápidas y exageradas. Todas estas respuestas tienen la finalidad arcaica y supuestamente adaptativa, de ayudarnos a confrontar las amenazas percibidas. Se sabe, sin embargo, que estas respuestas ya no son igualmente pertinentes que lo que fueron antiguamente, pues el medio ambiente y los estresores no son los mismos que lo que fueron hace uno o dos millones de años.

En esta fase el individuo puede emprender acciones de confrontación directa, manteniendo el estrés bajo control,tex002 como estudiar arduamente para aprobar el examen; o bien, puede enfrentarse agresivamente a los estresores, por ejemplo, discutiendo con la persona que agravia y expresándole directa pero controladamente, el enojo y resentimiento sentidos. También se pueden emprender acciones menos directas, que algunos psicólogos llaman de revalorización. Es decir el individuo reorienta sus metas y persigue otras parecidas, aunque no tan pretenciosas como las que anhelaba. Si el estudiante se percata de que la carrera que eligió le provoca un estrés incontrolable, puede decidirse a estudiar otra o cursar una profesión técnica, o en un caso extremo decidirse por un oficio. En algunas circunstancias el modo más frecuente de confrontar el estrés consiste en alejarse o retirarse de la situación. Faltar a una clase o examen, son ejemplos típicos inadecuados del estudiante estresado.

Otras formas de intentar controlar el estrés en la fase de alarma pueden ser aún más inadecuadas. Se pueden usar los llamados mecanismos de defensa, que distorsionan la realidad. Por ejemplo, si la persona reprueba el examen, se le puede acusar a la madre o hermano por no haberle despertado a tiempo; se le puede culpar al maestro por poner el examen tan difícil; o bien, puede decir que ese tipo de problemas no estaban señalados en el programa de estudio o que en realidad el maestro no sabe explicar. En otras ocasiones se pueden asumir comportamientos francamente patológicos. Por ejemplo, el estudiante enferma hasta el punto de no poderse presentar en el examen. En este caso se dice que el estudiante somatizó convirtiendo un problema psicológico o emocional, en un problema francamente biológico. También se pueden llegar a desarrollar depresiones, conductas obsesivo compulsivas (repetir cincuenta veces seguidas «voy a pasar el examen» y lograr con ésto cierta tranquilidad) o comportamientos severamente anormales como salirse de la realidad y creerse Einstein. Ya en estas circunstancias, la persona empieza la segunda etapa del estrés.

La Fase de Resistencia. en esta fase el organismo se especializa con una estrategia corporal para tratar de controlar o defenderse del estrés. Esto quiere decir que la persona, ya sea por aprendizaje o por legado genético, comienza a concentrar todo el poder de la activación provocada por la adrenalina y noradrenalina en un solo órgano o función. Así por ejemplo, ante un problema de la escuela o con los papás, el estudiante genera automáticamente dolor de cabeza, hipertensión arterial, contracciones corporales, acidez estomacal o gastritis, tics nerviosos, insomnio, obesidad, etc. Los síntomas psicosomáticos u otras alteraciones psicológicas se manifiestan a medida que luchamos contra la desorganización bio-psíquica.

Del mismo modo,durante esta fase, la persona puede tratar de controlar el estrés en una forma muy especializada hoy en día, es decir, a través del uso del alcohol u otras drogas. Sin embargo, el uso de drogas es un método espurio de resolver las tensiones, pues no solo no alivia el problema de raíz, sino que además lo exacerba. El individuo no solo tiene que afrontar las tensiones originales por las que recurrió a la droga, sino adicionalmente se le presentan los problemas de la dependencia psíquica y/o química que lo degradan aún más, le provocan más baja autoestima y terminan por crearle aún más tensiones y problemas.

Si el estrés permanece en un grado extremo o por largos períodos de tiempo, la persona insistirá en las estrategias inapropiadas y la psique o el organismo terminan por desajustarse. El órgano acostumbrado a reaccionar ante el estrés (el corazón o el aparato gastrointestinal) se cansa y se descompone. Esto quiere decir que a fuerza de repetir la estrategia inefectiva de enfrentamiento del estrés, la persona termina por generar un mal funcionamiento. Ya entonces se declara por ejemplo, una hipertensión arterial constante, migrañas recurrentes o una gastritis crónica. Del mismo modo el estudiante puede resultar con insomnios frecuentes y comportamientos agresivos que se convierten en característica de su carácter.

Enfatizo que es incierto qué tan prolongado o qué tanta resistencia presentará el organismo o la psique durante esta fase. Esto dependerá de factores como la cantidad e intensidad de estresores, las estrategias psíquicas manejadas o la fortaleza genética y adquirida con que se cuenta para soportar las tensiones. Lo que sí es cierto es que el organismo no perdona y tarde o temprano «se las cobra», es decir, resiente el mal trato y se declara la enfermedad. Si el estrés es extremo o prolongado y no cuenta con las técnicas apropiadas de control, se llega a la tercera fase del estrés.

La Fase de Agotamiento. En esta fase el organismo y la resistencia psíquica claudican. Los recursos corporales y psíquicos se consumen ante el entrenamiento inadecuado del estrés y sobreviene el «schock». Como lo explicaba anteriormente, algunos individuos pierden contacto con la realidad, al punto de tener que ser hospitalizados. Esto representa en esos momentos la mejor opción y un alivio para ellos. Otros pueden mostrar signos evidentes de trastornos emocionales y psicopatológicos. Ya se mencionaba el caso de personas con obsesiones, compulsiones o trastornos caractereológicos que se convierten en parte inherente de su personalidad. Algunos personas pueden manifestar trastornos corporales graves; desde resfríos, pasando por problemas psicosomáticos (hipertensión arterial, migrañas, arritmias cardíacas, úlceras estomacales) que terminan por precipitar al individuo a la enfermedad crónica o a la misma muerte.

Es importante señalar que la fase de agotamiento puede representar un rompimiento biológico o psíquico en forma de choque momentáneo, o bien la aniquilación total o muerte del individuo. Todo dependerá de la capacidad del organismo para asimilar el castigo y el mal trato.

También es pertinente señalar que dado que el ser humano es una unidad biológica y psíquica, cualquier estresor puede provocar daños en ambos sistemas. El ser humano se compone de soma (cuerpo) y psique. Ambas estructuras son igualmente importantes y ambas están íntimamente relacionadas de modo que se puede decir que todo lo que afecta al cuerpo afecta a la psique y viceversa, de tal forma que cualquier estresor puede provocar daños en ambos sistemas. Así , se ha descubierto que personas expuestas a fuertes estresores por largos períodos de tiempo, tienden a disminuir la resistencia inmunológica de su organismo, por lo que se tornan más susceptibles a enfermedades infecciosas, e incluso al cáncer. En hospitales oncológicos especializados en mujeres en los Estados Unidos, se ha descubierto que la gran mayoría de mujeres que llegan con un cáncer terminal cuentan con un común antecedente: han sufrido la pérdida de un ser querido, o una fuerte decepción emocional o amorosa. Esto sugiere que el cáncer es ya la fase de agotamiento de un intenso período de resistencia sobrellevado por la paciente.

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