Cómo crear la felicidad: propuestas finales
Por el Dr. Emilio Zermeño Torres

A lo largo de varios artículos sobre la felicidad he enfatizado que la felicidad es precisamente una actitud o valoración mental acompañada de un estado de bienestar subjetivo.La felicidad no es, por tanto, un objeto, una cosa, un sitio o una persona; la felicidad no se encuentra acopiando bienes materiafe007les ni pretendiendo el poder, la fama o la riqueza. Y como recomendaciones para alcanzar la genuina felicidad hice varias propuestas psicológicas, entre ellas: mantener una actitud positiva y optimista ante sí mismo, ante los demás y ante el mundo circundante; vivir cada instante y el momento presente, comprometiéndose con la propia faena cotidiana; valorar lo que se es, lo que se hace y lo que se tiene, sin pretende vivir más allá de las propias posibilidades; y aprender a controlar las experiencias negativas como la ansiedad, la depresión, la ira etc., que mucho daño hacen y menoscaban el bienestar corporal, espiritual y psicológico. Para terminar con estas propuestas psicológicas, explico a continuación dos formas muy efectivas de lograr la felicidad: promoviendo ciertos rasgos de la personalidad y las experiencias autotélicas.

Existen cuatro rasgos de la personalidad, que de acuerdo a algunos psicólogos, tienen especial influencia sobre ésta: la autoestima, el optimismo, la extroversión y el control interno. La autoestima significa la aceptación por uno mismo. Está compuesta de pensamientos y sentimientos que interactúan de una manera mutua y recíproca. Es decir, pensamientos positivos y halagüeños sobre uno mismo incrementan los sentimientos de aceptación y amor de sí mismo. A la inversa, concepciones autoderrotistas, pesimistas o negativas sobre uno mismo, erosionan la autoestima generando sentimientos de minusvalía, rechazo personal, insatisfacción y finalmente infelicidad. En síntesis, la persona infeliz se rechaza, la persona feliz se agrada sí misma.

El optimismo, como lo he venido planteando, es un ingrediente imprescindible de la felicidad. La persona optimista está llena de esperanza y sólo esto basta para que viva mejor psíquica y físicamente y por añadidura sea más feliz. El optimista ve el mundo con más posibilidades y soluciones, y prácticamente no conoce los fracasos irreparables. Si hay escollos en el camino, éstos significan nuevas oportunidades, nuevas oportunidades para encontrar nuevos caminos. Ante un fracaso el pesimista se da por vencido y se hunde en su desesperación; el optimista, se crece ante las dificultades e incrementa su obstinación por encontrar la solución.

La extroversión es un rasgo de la personalidad que contribuye a ser feliz. Está demostrado que la gente extrovertida o que es sociable y genuinamente comunicativa, es más feliz y está más satisfecha con sus vidas, que la gente que es introvertida o poco comunicativa. La persona que se brinda a sí misma a los demás y no se cierra egoístamente consigo misma, tiene, por este simple hecho, mayor capacidad de ser feliz.

Una última característica de la personalidad muy deseable y que allana el camino a la felicidad es el control interno. Es decir, tiene más oportunidades de ser feliz quien considera que uno mismo, en buena medida, es responsable del propio destino. El logro de la felicidad implica de por sí esta característica. La felicidad no viene sola, hay que encontrarla, hay que crearla y mantenerla. La simple consideración de sentirse determinado, de sentir que uno no tiene capacidad de elección o de modificar los aspectos de la vida que al parecer han contribuido al propio fatal destino, genera angustia e infelicidad. Quizá tenemos sí, muchos determinantes genéticos, familiares o medioambientales, pero tenemos la gran opción de hacer algo, de modificar en alguna medida esos determinantes y sobre todo tenemos la oportunidad de captarlos a través del cristal de las actitudes que nosotros elijamos. Y esto cambia la perspectiva y cambia nuestro sentimiento de autocontrol. Esta virtud es precisamente la que empleó Viktor Frankl para sobrevivir al cautiverio del campo nazi de concentración. Él sabía que no podía liberarse del cautiverio físico, pero supo encontrar la libertad interior para ilusionar, para pensar y para desarrollar su propio proyecto de vida interior que le daría las fuerzas suficientes no solo para sobrevivir al campo de concentración, sino para posteriormente poner en marcha todas sus ideas y filosofía a favor de aquellos infelices que consideran que sus circunstancias ya no tienen remedio.

En otra ocasión hablamos de las experiencias autotélicas. Por lo pronto te recuerdo que la mejor forma de lograr la felicidad es generándola uno mismo y una buena forma de hacerlo es mediante las experiencias autotélicas. Una experiencia autotélica es aquella que por el ejercicio de la misma, por su misma naturaleza, evoca placer y satisfacción. Entonces una forma de garantizar la felicidad es comprometiéndose en experiencias como pintar, escribir, practicar algún deporte, ejecutar algún instrumento musical, etc., que por ser autotélicas llevan por sí solas a la felicidad.

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