El Arraigo Cultural del Alcohol

El Arraigo Cultural del Alcohol

Por el Dr. Emilio Zermeño Torres

El alcohol es una de las drogas que más arraigo posee en las diferentes culturas. A través de los diferentes épocas y a través de las diversas naciones las bebidas alcohólicas han jugado un papel social muy importante. Se conocen datos históricos sobre su uso realmente arcaicos.Por ejemplo, existen reportes por escrito del uso de vino, cerveza y otras bebidas alcohólicas que datan fdc688e7-3e03-4616-8435-4082fe662552_alcohol-quiz-2del año 3000 a.C. La bebida destilada como hoy la conocemos, se remonta al año 800 a.C. El arraigo de las bebidas alcohólicas es tan profundo en los ámbitos cultural y social que realmente es difícil concebir una celebración en la que no vaya implicado su uso. Por ejemplo, ¿podría alguno de ustedes, estudiantes a graduarse, imaginarse su fiesta de celebración sin una gota de alcohol?

Tenemos ejemplos vastos en toda la literatura de frases célebres que han invocado tanto las virtudes como los nefastos efectos del elixir alcohólico. A continuación mencionamos algunos de ellas.

En la Biblia se nos narra que Jesús se lanza a la vida pública haciendo su primer milagro en las bodas de Caná, convirtiendo el agua en vino.

Eurípides escribía «Su sangre (del dios Dionisio), la sangre de la uva, aligera el peso de la miseria mortal. Cuando, después de su diaria faena, el hombre bebe su contenido, el sueño llega a él, llevando el alivio de todos sus problemas. No existe otra cura para la tristeza».

Platón también escribía: » Los jóvenes deben abstenerse de todo uso del vino hasta que tengan dieciocho años, pues es malo añadir fuego al fuego».

En el Eclesiastés se escribe: «Un hombre no tiene mejor cosa bajo el sol que comer, beber y casarse».

Por su lado Séneca decía: «Emborracharse no es otra cosa que una locura voluntaria».

En contraparte, Plinio el Viejo, escritor romano a principios de la Era Cristiana aseveraba: «In vino veritas» (en el vino está la verdad).

San Agustín afirmó «Para mí es más fácil la total abstinencia que la perfecta moderación».

Rabelais, célebre escritor, humanista y médico en el Renacimiento, llegó a afirmar «Hay más alcohólicos ancianos que médicos ancianos».

También un viejo proverbio judío reza así: » El cantinero ama la borrachera, pero no para su yerno».

Shakespeare, el genio literato inglés escribía: «El (alcohol) provoca el deseo, pero te impide el rendimiento. Por lo tanto, se puede decir que mucha bebida es contraria a la lascivia».

Aún hoy en día algunos médicos e investigadores han llegado a reconocer y resaltar los efectos curativos y benéficos del alcohol. Argumentan que una o dos copas diarias de alcohol estimulan la circulación sanguínea e impiden la formación de colesterol en las arterias.

Y así podríamos seguir citando más y más frases y conceptos célebres en torno al alcohol, acuñadas tanto por especialistas, escritores y poetas, como por legos y vulgo en general. Pero, entonces ¿es bueno o malo ingerir bebidas alcohólicas?

En sí el alcohol es una bebida relajante que estimula el esparcimiento y la sociabilidad. El problema ha sido el exceso con que se consume y la falta de control con que las personas lo emplean. Con moderación, provoca efectos socialmente satisfactorios e incluso, como algunos lo argumentan, benéficos para la salud. Es por ello tan importante que los jóvenes se percaten de los peligros que conlleva el mal uso de esta sustancia y que aprendan a hacer un empleo adecuado y moderado de ella. Una droga tan profundamente arraigada en nuestras costumbres sociales sería inadecuado satanizarla y prohibirla, como lo ha evidenciado la historia, puede provocar efectos contradictorios. Por ello, pues, aprendamos a conocer nuestros límites con el alcohol y démosle un uso sano y constructivo.

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